
Sobre Nosotros
Marco Antonio Carmona Escamilla, MD PhD
Formación Académica del Dr. Marco Carmona
Hola, soy Marco Antonio Carmona Escamilla, Médico Cirujano y Partero orgullosamente egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León (1995–2001). Mi examen profesional fue toda una aventura... ¡durísimo! En plena defensa, terminé enfrascado en una acalorada —e innecesaria— discusión de fisiología hormonal sobre las hormonas contrarreguladoras de la insulina con nada menos que el Dr. Valenzuela, un PhD en fisiología. ¡Imagínate el nivel de adrenalina! Pero ahí, entre sudor, nervios y argumentos, aprendí una de las grandes lecciones de mi vida.
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Ese día lo recuerdo como uno de los más felices: con esfuerzo, pasión y muchas ganas, me convertí en Doctor. Y desde entonces, no he dejado de avanzar, aprender y compartir.
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Después de dos años maravillosos trabajando en comunidades rurales del bello estado de San Luis Potosí, donde aprendí más de lo que enseñé, el destino —caprichoso como siempre— me llevó a la Ciudad de México. Llegué con dudas, pocas expectativas… pero con el corazón por delante decidido a seguir su propio camino.




En medio de todo, decidí postularme para ingresar al sistema de Pemex, aunque debo admitir que el proceso fue una auténtica odisea. El director del programa de Medicina Interna era conocido por su carácter complejo, impredecible y su exigencia legendaria, algo así como un guardián de la antigua escuela. Para colmo, yo seguía trabajando en zonas rurales, en Venado, San Luis Potosí, ¡a kilómetros de cualquier oficina!
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Afortunadamente, una colega increíble entregó mi solicitud en mano. Y fue precisamente ese detalle —que yo seguía atendiendo a comunidades alejadas— el que ablandó al jefe de Medicina interna (o al menos lo hizo pensar). Así fue como, casi como un guiño del destino, fue aceptada mi solicitud. Finalmente fui aceptado y tuve entonces el honor de formarme como especialista en Medicina Interna en el Hospital Central Sur de Alta Especialidad "Picacho", de Petróleos Mexicanos (lugar que cambiaría mi vida profesional para siempre, teniendo la impronta de Vida, Excelencia, Ciencia y servicio) en la Ciudad de México (2004–2008). Un capítulo que marcó profundamente mi vida médica y personal, Gracias al Dr. Arce.
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Mi vocación por la nefrología nació de una forma intensa y profunda. Fue en mi segundo año de Medicina Interna, cuando las duras —pero valiosísimas— lecciones del Dr. Álvarez marcaron mi camino para siempre. A él le debo no solo el interés, sino la verdadera pasión por entender y acompañar a los pacientes con enfermedades renales.
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Siguiendo ese impulso y con el corazón decidido, realicé mi aplicación para la especialidad en Nefrología en el Instituto Nacional de Cardiología "Ignacio Chávez", una institución que siempre había admirado. El destino, fiel a su estilo, no dejó de jugar sus cartas, y entre incertidumbre, esfuerzo y mucha emoción, fui aceptado.
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Así comenzó mi segunda especialidad clínica: Nefrología, una etapa que viví a lado de gigantes, tutelado por algunos de los mejores internistas y nefrólogos de México.
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Podría contar cientos de anécdotas de esa etapa, pero hay dos que nunca olvidaré:
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El primer año de residencia fue, sin duda, el más desafiante de toda mi vida: duro, demandante y con muy poco sueño, pero con mucho aprendizaje.
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La segunda, quizás la más entrañable, fue la hermandad auténtica que se formó entre mis compañeros residentes. Una familia médica, con la que compartí cansancio, risas, guardias infinitas y un profundo amor por la medicina.
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Finalicé mi formación en 2011, lleno de gratitud, respeto y emoción por haber estudiado en una de las instituciones más reconocidas del país. Una etapa que no solo me hizo mejor médico, sino mejor ser humano.



2016 - 2018: Maestría en Ciencias Médicas, UNAM
Aplicar al programa de Maestría en Ciencias Médicas fue todo un reto desde el principio. Para siquiera tener la posibilidad de postularte, debías cursar un programa propedéutico de varios meses, exigente y selectivo. Recuerdo claramente que el primer día que puse un pie en el programa, fui recibido con frialdad y cierto tono de negatividad. Alguien incluso me dijo: “Pues no te puedo negar la oportunidad de aplicar”. Hoy lo recuerdo con una sonrisa, con mucho agradecimiento porque como bien dice el dicho: "donde el camino es difícil, allí es".
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Ingresar al posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM fue un reto completamente diferente. Venía de un mundo clínico donde me sentía fuerte, seguro y con experiencia. Sin embargo, al enfrentarme a disciplinas como la bioestadística y la biología molecular, toqué fondo. Me sentí completamente fuera de lugar, como si la ciencia me hubiera puesto a prueba desde el primer día. Fue una etapa de frustración profunda, donde tuve que sacar fuerza de los lugares más escondidos de mi ser. Pero también fue el inicio de un despertar académico, de encontrar en la investigación una nueva forma de servir, de entender la medicina desde la base, desde la molécula hasta el paciente. Me recibó la ciencia con rigor, pero también con enseñanza, en el mejor posgrado de la mejor universidad del país. Y esa prueba, aunque dura, fue uno de los mayores crecimientos personales y profesionales de mi vida. Todos los experimentos y la ciencia desarrollada desde este momento fueron cuestiones moleculares de la inmunología del trasplante renal.


2018 - 2022: Doctorado en Ciencias Médicas, UNAM
Siempre digo lo mismo: si puedes hacer el Doctorado... no lo hagas. No porque no valga la pena, sino porque cambia tu vida para siempre. No es glamuroso. Es exigente, solitario, y muchas veces ingrato. El inicio fue oscuro: me sentía completamente descolocado, más loco de lo que jamás me había sentido. Sentí que todo estaba en contra y que había más razones para renunciar que para continuar. Pero también descubrí algo: que cuando logras reunir todas las habilidades para terminar un doctorado, te conviertes en un pensador independiente, y eso... eso no te lo puede quitar nadie. Esa independencia intelectual es uno de los tesoros más grandes que he adquirido en mi carrera.
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Uno de los momentos más impresionantes de esa etapa fue comprender, desde la base, los modelos matemáticos y las expresiones moleculares de las células inmunes en el contexto del rechazo renal. Ciencia pura. Esa experiencia se ha convertido en el eje de muchos de los trabajos que hoy tengo el honor de presentar en congresos internacionales. Algo que me deja esta carrera científica es que el mismo rigor matemático, científico y molecular que aplicaba en los experimentos dentro de un laboratorio lo aplico todos los dias en las decisiones más simples y complejas con mis pacientes.



